Nuevo León atraviesa uno de los periodos más violentos en su historia reciente. Durante 23 días consecutivos, el estado ha encabezado la lista nacional de homicidios, consolidándose como la entidad más peligrosa del país en lo que va del año. Las cifras son alarmantes y reflejan una crisis de seguridad que ha encendido las alarmas tanto en la población como en las autoridades. La situación demanda una revisión urgente de las estrategias de seguridad implementadas hasta ahora, pues los resultados no han sido suficientes para contener la violencia que azota al estado.
La violencia no da tregua
El pasado miércoles, Nuevo León registró ocho homicidios en un solo día, lo que lo posicionó nuevamente como el estado más violento del país. Esta cifra supera a otros estados como Michoacán y Chihuahua, que reportaron siete homicidios cada uno, y Chiapas, que contabilizó seis. Las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública no dejan lugar a dudas: Nuevo León es actualmente el epicentro de la violencia en México.
Los municipios de Pesquería, Apodaca, Zuazua y San Nicolás han sido los principales escenarios de esta ola de crímenes. En Pesquería, tres hombres fueron ejecutados en un complejo de departamentos, mientras que el cuerpo de una cuarta víctima fue hallado en una brecha cercana. Estos incidentes no son aislados; forman parte de un patrón de violencia que se ha extendido por todo el estado, afectando tanto a zonas urbanas como suburbanas.
Durante el mes de agosto, Nuevo León ha registrado 101 asesinatos, lo que se traduce en un promedio de cinco homicidios por día. Este sombrío panorama ha generado un clima de miedo e incertidumbre entre la población, que se siente cada vez más desprotegida ante la incapacidad de las autoridades para frenar la escalada de violencia. La situación se agrava con cada día que pasa sin que se tomen medidas efectivas para devolver la seguridad a las calles del estado.
Un año marcado por la violencia
El año 2024 ha sido especialmente brutal para Nuevo León. Mayo se ha destacado como el mes más violento, con un total de 178 homicidios, seguido de junio, que registró 175. El 26 de junio, en particular, se ha convertido en una fecha negra para el estado, con 16 personas asesinadas en un solo día. Estas cifras no solo son un reflejo de la intensidad de la violencia, sino también de la ineficacia de las políticas de seguridad actuales.
En lo que va del año, Nuevo León ha registrado un total de 1,081 homicidios, una cifra que casi iguala los 1,111 crímenes contabilizados durante el mismo periodo de 2012, uno de los años más sangrientos en la historia reciente del estado. Este paralelismo con un periodo tan oscuro subraya la gravedad de la situación actual y plantea serias dudas sobre la capacidad de las autoridades para gestionar la crisis.
La violencia ha tenido un impacto devastador en la vida diaria de los habitantes de Nuevo León. El temor a ser víctima de un crimen violento se ha convertido en una constante para muchas familias, que ven cómo la inseguridad afecta todos los aspectos de su vida. Las comunidades más afectadas se han transformado en zonas de alto riesgo, donde la actividad cotidiana se ve interrumpida por la presencia constante del peligro.
Llamado a la acción: revisar las estrategias
Frente a este panorama desolador, Ana María Esquivel, presidenta del Consejo Ciudadano de Seguridad, ha hecho un llamado urgente a las autoridades para que revisen y refuercen las estrategias de seguridad en Nuevo León. “Es necesario revisar las acciones en materia de seguridad”, declaró Esquivel. “Los resultados no son suficientes, hay que parar la violencia que sufre el estado, los ciudadanos necesitamos sentirnos seguros”.
Este llamado refleja el sentimiento generalizado de frustración y desamparo que prevalece entre la población. A pesar de los esfuerzos realizados hasta ahora, la violencia sigue en aumento, lo que pone de manifiesto la necesidad de un cambio radical en el enfoque de las políticas de seguridad. Las autoridades deben actuar con rapidez y decisión para detener la espiral de violencia y restaurar la confianza de los ciudadanos en el sistema de seguridad pública.
La situación en Nuevo León también plantea una serie de interrogantes sobre las causas subyacentes de la violencia. Factores como la desigualdad social, la falta de oportunidades y la presencia del crimen organizado han contribuido a crear un entorno en el que la violencia se ha normalizado. Para abordar estos problemas de manera efectiva, es esencial que las estrategias de seguridad se diseñen con un enfoque integral que aborde tanto los síntomas como las raíces de la violencia.