Durante los últimos días, el Gobernador de Nuevo León, Samuel García, volvió a colocarse en el centro de la controversia tras asegurar públicamente que su labor como mandatario no representa ningún gasto para el estado. Esto, en medio del escándalo generado por la filtración de sus recibos de agua, los cuales revelan un consumo mensual de miles de litros y un pago que ha sido percibido por muchos como irrisorio frente a los privilegios que posee.
El argumento de Samuel fue simple: él cubre personalmente sus servicios, por lo tanto, no le cuesta “ni un peso” al estado. Sin embargo, la afirmación no tardó en generar críticas, ya que los señalamientos por presunto desvío de recursos públicos y los privilegios de los que goza como funcionario de alto nivel, contradicen por completo su declaración. En redes sociales, la ciudadanía cuestionó con sarcasmo que alguien que ha sido acusado de mover millones del erario a cuentas personales, pretenda justificar su austeridad pagando un recibo de agua de apenas 700 pesos al mes.
Escándalo por recibo de agua
La polémica resurgió luego de que se filtraran imágenes de los recibos de agua de Samuel García, en los cuales se observa un consumo de más de dos mil litros mensuales en sus propiedades ubicadas en zonas exclusivas como San Pedro Garza García. Según los documentos difundidos en medios digitales, el mandatario cubre apenas alrededor de cuatro mil pesos al mes, una cifra cuestionada por ciudadanos que denuncian irregularidades en sus propios recibos, incluso cuando viven en viviendas mucho más pequeñas y sin albercas.
Estas cifras cobraron mayor relevancia al saberse que Samuel posee al menos tres propiedades en zonas de alto valor, muchas de ellas con jardines amplios y piscinas. El contraste entre su estilo de vida y el pago de sus servicios ha sido utilizado como un ejemplo de los privilegios que disfrutan algunos funcionarios, mientras a miles de ciudadanos se les corta el suministro por atrasos mucho menores.
La reacción en redes fue inmediata: cientos de usuarios compartieron sus propios recibos y expresaron su indignación con mensajes irónicos como “¿Dónde pago para tener ese trato?” o “Ya quisiera mi mamá pagar 700 pesos con alberca incluida”. La molestia creció cuando el gobernador intentó usar sus pagos como prueba de su transparencia y responsabilidad, una estrategia que para muchos fue un intento de minimizar acusaciones más graves relacionadas con corrupción.
Luego de las filtraciones de sus recibos de agua, el gobernador salió a “aclarar” que él no le cuesta nada a NL. Sin embargo, en redes le salió el tiro por la culata: gasta dos mil litros de agua al mes y sus casos de corrupción continúan sin investigarse.
— Glen Facturero MC (@GlenFactureroMC) July 31, 2025
¿Así o más descaro? pic.twitter.com/6YEkQcrphg
Acusaciones por desvío de recursos de Samuel García
A lo largo de su administración, Samuel García ha sido señalado en múltiples ocasiones por presuntas irregularidades financieras. En diversos reportes periodísticos se ha documentado que, desde hace años, el mandatario ha realizado transferencias millonarias a cuentas vinculadas a familiares y socios cercanos. Estos movimientos de dinero han sido denunciados por integrantes del Congreso local y por organizaciones ciudadanas que exigen una investigación formal.
Uno de los casos más notorios ha sido la supuesta red de corrupción que involucra despachos jurídicos ligados a su familia, los cuales habrían recibido pagos millonarios por parte de dependencias estatales. Hasta ahora, no ha habido sanciones ni avances visibles en ninguna de las carpetas de investigación relacionadas con estos señalamientos.
En este contexto, la frase “yo no le cuesto nada al estado” ha sido interpretada por muchos como una burla a la ciudadanía, sobre todo cuando las finanzas estatales enfrentan presiones y recortes en servicios esenciales como salud, seguridad o educación. La incongruencia entre el discurso de Samuel y su historial de gastos públicos ha sido uno de los principales motivos por los que la indignación no ha disminuido.
Doble moral en el discurso oficial de Samuel García
A lo largo de su mandato, Samuel García ha intentado posicionarse como un político moderno, alejado de los vicios del pasado. No obstante, episodios como este han evidenciado lo que muchos consideran una profunda contradicción entre su narrativa y sus acciones. Mientras se proyecta como un servidor público austero, los reportes de prensa lo muestran viajando en jets privados, promoviendo su imagen en campañas publicitarias multimillonarias y adjudicando contratos a empresas cercanas.
La declaración de que “no cuesta ni un peso” al estado parece ignorar todo un aparato de gobierno que lo sostiene: equipo de seguridad personal, asesores, choferes, viáticos, gastos de representación, y recursos destinados a su promoción personal en redes sociales y medios. Todos estos elementos forman parte del presupuesto estatal y son financiados con los impuestos de los ciudadanos.
Además, mientras él insiste en que no representa una carga para el estado, muchas familias en Nuevo León enfrentan tarifas elevadas por servicios básicos, carencias en infraestructura y una creciente inseguridad. Estas diferencias alimentan la percepción de que el Gobernador vive en una realidad paralela, ajena a las dificultades cotidianas de la población.
Reacción pública e impacto político
El comentario de Samuel se convirtió en material viral y combustible político, tanto para la oposición como para ciudadanos críticos que utilizan las plataformas digitales para denunciar lo que consideran una actitud cínica. Algunos sectores han señalado que este tipo de declaraciones muestran una falta de sensibilidad ante los problemas reales de Nuevo León, así como una intención de desviar la atención sobre temas más relevantes, como la crisis de movilidad, la falta de agua potable en varias zonas y los altos índices de inseguridad.
En distintos espacios informativos se ha insistido en que la falta de consecuencias legales ante los señalamientos de corrupción solo profundiza el descontento social. La ciudadanía percibe que el Gobernador utiliza estrategias de comunicación para limpiar su imagen, mientras en la práctica los privilegios se mantienen y los abusos se toleran.
Los analistas advierten que, de mantenerse esta línea de comunicación sin un acompañamiento de resultados reales y verificables, la figura de Samuel podría perder legitimidad incluso entre sus simpatizantes. La confianza pública se construye con hechos, no con frases polémicas o justificaciones que, lejos de convencer, reafirman la distancia entre el poder y el pueblo.
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